So this is Christmas…

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Después de mi primera entrada (hará ya un mes) me he decidido a escribir la segunda.

Esta vez os quiero hablar sobre mi experiencia en estos 4 meses que llevo aquí. Ahora que prácticamente es Navidad, veo el mejor momento para hacerlo.

Desde luego esto no es fácil, probablemente sea lo más difícil que se te haya ocurrido hacer: dejar a tus amigos y a tu familia atrás, al otro lado del vasto océano, es como construir algo y dejarlo atrás inacabado para empezar algo nuevo, o eso pensaba. Antes de llegar, estaba tan asustado como emocionado. He de admitir que sentía que esto iba a ser una ladera de una montaña muy empinada que iba a tener que subir andando, sin embargo, las apariencias engañan, y, desde la distancia, las cosas, por muy grandes que sean, no son fáciles de apreciar tal y como son.

Ahora que llevo un tiempo aquí y he andado parte del camino, puedo decir alegremente que esto no es una ladera empinada, sino un terreno irregular como mucho. Ni siquiera tienes que andarlo tú sólo, no es demasiado difícil encontrar compañeros de viaje, porque, aunque no todos las personas que te encuentres vayan a recorrerlo exactamente como tú, eso no significa que no te puedan acompañar, aunque sea temporalmente. De esta manera, una senda que parecía peligrosa y agotadora, se convierte en un plácido trayecto en tren, de estos que pierdes la noción del tiempo porque el paisaje es demasiado bonito como para dejar de observar a través de la ventana del vagón y tienes de miedo de que, si dejas de mirar, te pierdas algo; de estos en los que vas tan bien acompañado que las horas llegan a perder su sentido, 4 horas, 40 horas, 400 horas… Todo pasa volando de lo bien que te lo estás pasando. Sobre todo, es un viaje en el que entiendes perfectamente que lo importante no es ni el lugar de procedencia ni el de destino, lo que importa de verdad es todo lo que pasa entre esos dos puntos.

Y esa es la mejor manera que he encontrado para describir esta experiencia.

Con esto no quiero engañar a nadie, sigue habiendo momentos en los que eches de menos tu casa, tus amigos, tu ciudad, incluso la comida (que no es un tema de risa). Sin embargo, en cuanto empiezo a sentir eso, pienso en cómo este tiempo me ha hecho y hará crecer. En cómo esto me ha enseñado que si se quiere y se lucha por algo, se puede conseguir, que lo mejor que puedes hacer, por ti mismo y por los que te rodean, es dar lo mejor de ti en todo lo que hagas. He aprendido que salir de la zona de confort suele dar muy buenos resultados, y cuando los que da no son tan buenos, siempre se puede aprender de ellos. He aprendido a disfrutar cada momento, porque incluso las cosas más pequeñas, que se suelen dar por hecho, se pueden echar en falta y merecen nuestra atención.

Mi único consejo: si tienes la oportunidad de hacer algo así, no la rechaces, aprovéchala, lucha por ella, te aseguro que no te arrepentirás.

«You did, are doing or will be doing something that not everyone else is doing – not wanting to be different, but wanting to challenge yourself.»

Una estudiante internacional

 

 

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Permíteme que me presente

Efectivamente, como explica la breve descripción de mi blog, soy uno de los 250 becados para estudiar un año en Canadá. Pertenezco a la cuarta «generación», es decir, al cuarto grupo de personas en años consecutivos que son dotados de esta increíble oportunidad, o, como nos gusta llamarnos, Spanadians 4.0.

La verdad es que le he dado muchas vueltas a empezar un blog sobre esta experiencia, llegando incluso a empezar uno y eliminar cualquier resto de él un par de días después. No puedo decir que no escriba a menudo, pero simplemente todo lo que he escrito, a no ser que fuera algo para el instituto, se ha quedado en algún rincón de mi ordenador, de mi teléfono o incluso en mi memoria después de deshacerme de ello. En definitiva, no suelo escribir para que lo lean otras personas, por lo que no me gustaría prometer nada sobre este blog, dependiendo de como me sienta puede que siga o no. Esta es principalmente la razón de que empiece esto casi 2 meses y medio después del inicio de esta aventura.

«¡Qué rollazo de tipo!» Debe de pensar cualquiera que lea esta entrada, y tendrá mucha razón. De cualquier manera, voy a empezar con lo que quiere leer quien sea que se ha encontrado con este blog en las inmensidades de Internet.

Debería empezar por el principio, como dice mi abuelo, así que así haré. La convocatoria de la beca empezó por octubre, si no recuerdo mal. Yo me registré hacia finales de octubre. La primera prueba era un examen de inglés, al que acudieron bastantes más personas de las que me habría gustado en el momento, ¡casi 8000 personas en toda España! La nota de ese examen haría media con la nota media conseguida en 3º de ESO y con la renta familiar. No tenía ninguna esperanza en pasar esa parte, pero contra cualquier pronóstico mío, vi mi nombre en las listas el 17 de diciembre de 2015. La siguiente prueba era una entrevista en la que hacer una presentación en inglés. Me preparé la presentación durante las vacaciones de Navidad, incluso aprendiéndomela de memoria. El día de la entrevista, 13 de enero de 2016, fue un día eterno, pero nada fue peor que los dos minutos mirando fijamente al ordenador que tenían que pasar para que fuesen las 16:00, la hora prevista para la llamada de Skype. A las cuatro en punto, recibí la llamada, y, sin pensarlo dos veces, cliqué sobre el botón verde. Enfrente de mí tenía a un hombre y una mujer, sonriéndome. Después de una muy breve presentación mutua, me pidieron empezar mi presentación oral. Y así hice, la presentación tenia un límite de tiempo, que ahora mismo no recuerdo, pero sé que la había practicado tantas veces con un cronómetro que no tenía de qué preocuparme. Mientras hablaba, sólo tenía en mi mente lo importante, lo que estaba haciendo. Me olvidé de mi alrededor, de mis padres observando desde el salón, fuera del ángulo de la cámara del portátil, me olvidé de mis preocupaciones, de los nervios que había acumulado durante todo el día, sólo existía algo, mis sentimientos sobre el tema que escogí para la presentación, un tema del que podría hablar por horas sin cansarme, algo que de verdad me hacía sentir, vivir.

Dos semanas después, salieron los resultados, las listas finales, recuerdo perfectamente la fecha, 27 de enero de 2016, sobre las 13:00. Las miré en el cambio de clase, arriesgándome a la reprimenda de algún profesor, pero mereció la pena. La gente de mi clase, e incluso de otras clases, me rodeaba formando un círculo, casi estaban ellos más emocionados que yo. Pero sólo casi. Y ahí vi mi nombre, no podía creérmelo. Tuve que mirarlo al menos tres veces. Seguía ahí, no era algo que me estuviera imaginando.

Después de mucho abrazos y felicitaciones por parte de compañeros y amigos, tocaba centrarse, todavía quedaba otra clase más. A la salida del instituto me esperaban mi padre y mi hermano, que ya se habían enterado de la noticia. Todavía faltaba esperar a mi madre.

Todavía me falta hablar sobre la preparación y mucho más, pero, por esta entrada, lo demás es lo de menos.